Recuerdo
un programa, un concurso-espectáculo de televisión, allá por los años noventa
que presentaba el incombustible Ramón García junto con la no menos
incombustible Ana García Obregón, en el que una serie de famosos apostaban
sobre la consecución o no de realizar unos retos, mayoritariamente imposibles
y/o absurdos, que concursantes anónimos se proponían a sí mismos. Los perdedores
en la apuesta terminaban el programa remojados bajo una ducha.
Me viene
a la memoria por la similitud entre la trama de ese concurso-espectáculo y la
situación política actual de “esta nuestra comunidad”. Efectivamente, a la
vista de todo lo que está pasando en estos últimos seis o siete meses, creo que
tenemos la sensación de estar en un espectáculo continuo, en el que los concursantes
políticos pasean sus ridículos por cualquier plató de televisión; en el que son
constantes los debates que nos recuerdan al camarote de los Hermanos Marx.
Sí,
seguro que ya se habrán dado cuenta, en este caso los concursantes que proponen
los retos son los famosos y los anónimos somos los que apostamos. En el
programa de televisión había un súper reto final, una especie de traca
inverosímil y absurda que era la que provocaba el duchazo del perdedor. En nuestro
actual espectáculo, los famosos concursantes-políticos ya nos han puesto sobre la mesa el súper reto:
La tercera vuelta de las elecciones para Diciembre. ¿Qué apostamos?
Personalmente
estoy convencido que lo conseguirán, y les aseguro que no seré yo el que
termine bajo la ducha.
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