lunes, 30 de mayo de 2016

PARADISÍACO SIGLO XIX

El presidente de la CEOE, el señor Rusell, dice que “el empleo fijo y seguro es un concepto del siglo XIX”.

Paradisíaco siglo, donde la población trabajadora (censada) era del 30% (menos de cinco millones), de los cuales 4,3 M. lo eran en el sector primario (agricultura, pesca, minería), siendo la primera la que más mano de obra empleaba.

En un país en el que el 80% del terreno cultivable es de secano, muy estacional (la trilogía mediterránea: olivar, vid y cereal), cabe pensar, sin necesidad de ser un genio, que la oferta de empleo se reducía a los meses de temporada. Nos encontramos pues, un país mayoritariamente de temporeros.

Puede pensarse que estos “picos” del empleo provocarían altas remuneraciones. Craso error; para evitarlo, los propietarios disponían de dos métodos: la tasa de jornales (precios pactados con los ayuntamientos antes del inicio de la temporada) que fue abolida (oficialmente) en 1767 pero utilizada en la práctica hasta comienzo del S. XX. Y la contratación de inmigrantes de otras regiones que recorrían el país en cuadrillas, con sus propias herramientas y comiendo o durmiendo sobre los propios campos (Goya los retrató en su cuadro de Los Segadores).

Tampoco aliviaron la situación (de los trabajadores) las desamortizaciones (Mendizábal 1836). Se privatizaron las tierras comunales, donde los vecinos explotaban unos recursos modestos, pero que marcaban la diferencia entre la supervivencia y el hambre.


Los trabajadores del S. XIX se estarán partiendo de risa.

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