miércoles, 12 de agosto de 2015

DEBILIDAD

Tenía el pelo suelto, a lo largo de la espalda, como miel desparramada. Al combarse, al final de la espalda, la luz le jugaba una mala pasada a sus ojos; si los cerraba, los ojos, casi podía tocarla, sentir su tacto a lo largo de su cuerpo perfecto, con una suavidad que le erizaba. Si, definitivamente era su debilidad. Al viejo juguetero siempre le había gustado más la Barbie que la Nancy.

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