viernes, 2 de septiembre de 2016

MODAS



Ya. Ya sé que es la moda. Pero no me gustan los pantalones rotos. Lo siento, pero no lo puedo remediar. Y no, no es que sea un antisistema de las roturas como alguien podría pensar, ni mucho menos. Me encantan, por ejemplo, las fracturas gastronómicas de los huevos rotos. Ya sean acompañados de jamón, de chorizo o de morcilla. ¡Qué ricos!.

También me declaro un ferviente defensor de la sonora y estética tradición de la rota de la hora, aunque no busque tras ella significado religioso alguno.

Disfruto una barbaridad con las roturas de servicios en el tenis, o quizá debería decir con Nadal, del que me declaro seguidor incondicional.

Pero insisto, por muy de moda que se hayan puesto, no puedo con los pantalones rotos. Como decía mi madre, si mañana se pone de moda salir con un tiesto en la cabeza… ¿tú, que?

Y es que, sí, mi madre tenía razón, hay modas que merecen palos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario