jueves, 2 de julio de 2015

CARTA DE ROSAURA



Alicante, 21 de Marzo de 1886
Mi muy estimado y querido Emiliano; ¡amor de mi vida!. He recibido hoy tu carta del pasado seis de Enero en la que me das cuenta de tu desesperado estado de salud.
No sabes cuánto siento tan malas nuevas, pero el hecho de no haber recibida noticias más funestas desde entonces hace renacer en todo mi ser un rayo de esperanza. Estoy completamente segura de que podrás sobreponerte al mal que te aqueja y que pronto podrás viajar de vuelta a nuestra querida ciudad en la que los benéficos aires mediterráneos obrarán en tu cuerpo y en tu espíritu como un bálsamo. Todo ello, unido a los cuidados que estoy deseando prodigarte, harán que termines de reponerte por completo para poder seguir con nuestros planes de boda. ¡Lo conseguiremos amadísimo Emiliano, ya lo verás!
Por otra parte, ya ves, no hay mal que por bien no venga; estoy confiada en que, dado el precario estado en que te encuentras, te habrás quedado hospitalizado en Cavite, o mejor aún hubiera sido que te trasladasen a Manila, que seguro no está lejos y habrá mayores medios para luchar contra tu enfermedad; de esta forma no habrás tenido que participar en la misión de las Islas Carolinas contra la armada alemana, de tan siniestro presagio como me pronosticabas.
Supongo que te habrás enterado ya. No sé si habrá sido gracias a la conversación – que por cierto me propones en tu carta de forma admonitoria – que mi padre ha tenido con el presidente Sagasta, pero la cuestión es que esta misma semana se reúnen en Roma, con el mismísimo Papa, el ministro de la gobernación, Venancio González y el canciller de Alemania, Otto Von Bismarck, para tratar de encontrar una solución pacífica y negociada a la posesión de las dichosas Islas Carolinas. Aquí todos confiamos en un acuerdo amistoso que evite cualquier tipo de derramamiento de sangre que, como tu bien dices, amado mío, sería totalmente nefasto para nuestras tropas.
Emiliano, ¡luz de mi vida!, no sé cuándo recibirás esta carta; ya ves que la tuya me tardado en llegar más de dos meses. Desearía poder correr, nadar, volar a tu lado y llevártela en mano; leértela en persona de viva voz mientras te lleno de besos (dios mío, me estoy ruborizando); pero la mejor noticia sería que no la recibieses porque ya estuvieras viajando de vuelta en estos momentos, viniendo hacía mí, hacia nuestro futuro.
Ansío y deseo ardientemente que llegue ese momento muy pronto.
Entre tanto recibe un fuerte, muy fuerte, abrazo de tu amantísima

Rosaura.

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